sábado, 3 de abril de 2010 | By: Compañero de Milicia

Cuando nadie cree



Poseedor de una furia incontrolable, el perseguidor más temido del medio, el despiadado, el asesino consentido más sanguinario.
Unas cuantas cartas y entonces calmaría efímeramente esa sed incontrolable de hacer el mal, de torturar, de azotar… de matar. Nada ahora lo podría detener, sus manos jugueteaban con aquellas misivas para las sinagogas de Damasco, en su rostro se bosquejaba esa ira contra los discípulos, su excitación recia a medida que iba avanzando por el camino. Más maltratados, más presos, menos locos que prediquen ese insulso evangelio. Eso anhelaba, exterminar aquella casta de palabreros. Pero algo inaudito pasaría, de pronto todo cambiaría, su vida se vería revolucionada.

Sobre un caballo a todo galope, con una veintena de hombres tras de él, ya muy cerca de Damasco, en su mente maquinaba los mas cruentos asesinatos. Entonces, “repentinamente le rodeo un resplandor de luz del cielo; y cayendo, oyó una voz del cielo que le decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?” [Hechos 9.3,4]. Ahí esta Saulo asustado, no había calculado tal acontecimiento, con dificultad logra articular la siguiente pregunta: ¿Quién eres Señor? – yo soy Jesús a quien tu persigues. En su interior parece decir: es increíble, el tal Jesús que profesaban los palabreros resulto ser autentico. Así que temblando y temeroso le pregunta: “¿Qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: levántate y entra a la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.” [Hechos 9.6]
Después de aquel espectáculo Saulo quedo ciego por lo que sus seguidores tuvieron que guiarlo a Damasco. Dios le dijo a Ananías que vaya a buscar a Saulo para que ole devuelva la vista, sin embargo Ananías no quería ir. ¿Se imaginan por que? La verdad es que no creía que Saulo estuviera distinto, sabía perfectamente de la gran fama que tenía. Dios le insto “Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;” [hechos 9.15], así que finalmente fue y Saulo recibió la vista, el Espíritu Santo, y además fue bautizado.

Saulo ha cambiado, no es más el mismo perseguidor, el matón que tanto temían los cristianos, ya no tiene ese deseo ardiente de anonadar a los palabreros, es mas, ahora es uno de ellos, su pasión no es aniquilar hombres, es salvar sus almas por la predicación. El poder de Dios lo ah trasformado.

Ahora quiere predicar, no le importa nada mas que eso, y que mejor que empezar en las sinagogas de Damasco; pero algo pasa, la gente esta escéptica, pasmada, no pueden salir de su asombro: ¡Saulo predicando!, algunos piensan que están soñando, otros creen que es una treta para engañarlos y capturarlos, pero no , no es así. Saulo parte rumbo a Jerusalén y al llegar quiere juntarse con los discípulos, pero se encuentra con la misma cantaleta: nadie cree en él “Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.”[Hechos 9.26], nadie apuesta un centavo a que su vida es diferente ahora. La Biblia no nos describe los sentimientos de Saulo, pero debe ser bien incomodo que nadie crea que ya no es mas el mismo de antes, aunque tienen razones para hacerlo. Saulo quiere hacer algo diferente, pero la gente no le cree ¿y que hacer ahora? Pues solo actuar. Si; hacer lo que debe hacer, y darle la gloria al Dios que hace lo imposible. “y hablaba denodadamente en el nombre del Señor…” [Hechos 9.29]

Leía esta historia de Pablo [antes Saulo] no sin dejar de pensar en las veces que alguien es transformado por Dios y quiere hacer algo para ÉL, pero la incredulidad de la gente rápidamente sale a flote para dar su sentencia de: “¿tu?, imposible”, a veces con tantas criticas y murmuraciones es fácil desanimar a otros, no fue el caso de Pablo, pero tal vez otro mas débil claudique en su ideal de trabajar. Que mal hacemos al no creer que alguien pueda cambiar de verdad. No se por que pero en cada niño rebelde de mi iglesia puedo ver un futuro pastor [después de dar un buen cambio, que si se puede], tal vez es por que algunos creían que Yo era un caso perdido. Así que si tienes ganas de hacer algo diferente a los demás, no te rindas, obedece a Dios, espera el tiempo adecuado, y has, si; ¡has!, y no para que los demás vean que tu puedes o para que crean en ti, sino para que crean en el que es capaz de cambiar vidas.