lunes, 24 de agosto de 2009 | By: Compañero de Milicia

Toma el escudo [parte2]


[si el post anterior te pareció aburrido no leas este, es peor].

El relato de la tan lóbrega noche continua así:

… y para desdicha nuestra ahí estaba unos 50cm. mas abajo aproximadamente de donde la habíamos visto antes de correr por las escaleras. Nos quedamos recontra atónitos, como era posible que haya cambiado de posición, ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Me preguntaba a mi mismo, y es que ¿tanto me habría confundido al ver la posición de la sangre?, cuando estaba en medio de todas esas auto preguntas que revoloteaban por mi cabeza Cesar salio del baño, le enseñamos las gotas de sangre que habían en la pared y no nos creyó cuando le dijimos que éramos testigos de como repentinamente las gotas habían cambiado de la posición donde la habíamos visto primero [ Yo tampoco le hubiese creído a alguien si me decía lo mismo, pero … ¡Yo la había visto en otro sitio!], así que asustados hasta los huesos comenzamos a subir las escaleras peldaño por peldaño, mirando timoratamente las paredes del costado para ver si habían mas evidencias de sangre, hasta que llegamos a ese par de escaleras de madera donde nuestro miedo comenzó a crecer, al ver dos gotas de sangre mas en una grada. Quedamos confundidos y vacilantes al observar esas gotas en la escalera. Que cosas para mas paranoicas estaban pasando aquella noche …las gotas aparecen por donde vamos, como si estuviesen persiguiendo a alguien; dijo Cesar. La variad es que Yo ya no sabia con que gente me encontraba y no es por dudar de alguien pero la misma coyuntura me hacia suponer un montón de cosas, muchas ideas se introducían en mi mente, recuerdo que en algún momento me pregunte ¿no habrá un Judas entre nosotros?. Con esa incertidumbre nos dirigimos hacia el cuarto. Respire hondo antes de cruzar la puerta, como preparándome para algo espeluznante, pero para suerte mía y de los demás no había nada extraño ¡que alivio!, parecía que los tan raros sucesos habían llegado a su fin, que iba a acostarme e iba a dormirme de una buna vez, aunque el miedo todavía hacia mella en nuestra mente, por eso decidimos hacer una oración para contarle al Señor lo que nos estaba pasando. Ángelo e Isaac subieron al segundo piso del camarote, Cesar abajo, Jorge y Yo, como antes en la cama de al frente. Nos dispusimos a orar, todos sentados cerramos nuestros ojos y Cesar comenzó la oración en voz alta. En todo ese tiempo de la oración trate de estar con el codo un poco levantado haciendo un leve contacto con Jorge, como para sentir que estuviera a mi lado. En realidad no se muy bien para que hice eso; si para percibir que Jorge esta yéndose o moviéndose hacia algún lugar, o tal vez para asegurarme que este ahí , no sea que habrá mis ojos y no encuentre a nadie. Pero el hecho es que oramos por un aceptable tiempo hasta que dijimos amen y abrí mis ojos. Como siempre después de tener los ojos cerrados y abrirlos, vi un poco borroso, pero cesar aparentando una voz firme (después confeso que se estaba “muriendo” de miedo) exclamo nuevamente: ¡una gota!. Nunca antes en mi vida había sentido tanto miedo como en aquel momento y creo que los otros comparten con migo ese sentimiento. Cuando todos vimos la gota de sangre ahí si que quedamos fríos, inertes, paralizados, mudo como Zacarías. Eso si que era algo paradójico, increíble, quien iba a poder hacer eso si todos estábamos orando. No queríamos movernos de donde estábamos el miedo nos había invadido de una forma en la que no os dejaba ni pensar. Cesar dijo a los de arriba que bajaran y todos nos sentamos en una sola cama formando un circulo, comenzó a leernos la Biblia en primera de Juan (como para asegurarse de que todos éramos salvos), Yo escuchaba atentamente a todo lo que decía, hasta le hice preguntas acerca de lo que nos estaba leyendo. Par ese entonces la noche ya estaba muy avanzada, eran mas de las dos de la mañana, pero ahí estaba escuchando firmemente lo que nos decía. Termino de leernos la Biblia y dijo que íbamos a orar uno por uno. Comenzamos a orar hasta que llego mi turno e inicie dándole muchas gracias a Dios por que esa noche si que había aprendido mucho. Esa semana había sido una semana de Incertidumbres para mi, de algunas dudas que invadieron mi mente, pero aquella noche recordé algunas cosas como:

el maligno no me toca [1 pedro 5.8], soy hijo de Dios y pase lo que pase, venga lo que venga el diablo no puede meterse con migo, no puede hacerme daño, además un poco de miedo no me va a hacer perder mi salvación, soy ciudadano del cielo y nadie puede cambiar eso.

Estoy unido con el Señor y soy un espíritu con El [1 corintios 6.17], nada me va a poder separar de esa unión con El.

Otra cosa que también recordé es que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio [2 Timoteo 1.7], debo tener fe en ese poder y no ser un cobarde.

Pero hay algo me gusto mas aquella noche, y es que pude fortalecerme mas en cuanto a mi fe. A veces hay circunstancias en las que Dios prueba cuan grande es nuestra fe, El quiere que nosotros confiemos plenamente en El, que estemos seguros que en comunión con El vamos a poder vencer esos temores que nos acechan. Después de esas noche decidí tomar mas fuerte el escudo de la fe. “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” [efesios 6.16].

Y tu… ¿ya tomaste el escudo?