sábado, 16 de enero de 2010 | By: Compañero de Milicia

Una oracion nocturna


Siento aversión por los domingos en la noche, no me gustan para nada, los detesto. Perece que se acabara todo, un final supuestamente feliz que pronto se transforma en penumbra. La alegría toma al asalto tu ser en el alba, pero el trans9ito del ocaso se la lleva consigo. Los aplausos fenecen, las luces se apagan, los telones se cierran, la magia del escenario desaparece y unas partículas de taciturnidad empiezan a reinar en el aire. El templo se queda vacío. Es el primer día de la semana, sin embargo parece el último. Las alabanzas languidecen y el sermón se acaba. Puedes saludar a tus hermanos, dialogar un rato con ellos, si quieres puedes contarle un secreto a tu “pata pata”, un amoroso apretón de manos a tus amigos o el aparatoso jugueteo en clave que inventaste con ellos [sino, da un ósculo santo] una afable sonrisa que trasmita conformidad a tus compañeros [de milicia], una despedida que infunda aliento, que inspire confianza, que regale esperanzas, que haga sentir a la otra persona que es parte de tu vida. Comunión. Comunión, que confortante palabra, te da impulso cuando quedas estancado. Pero ¿Cuándo se acaba el día? Cada uno desfila a su casa. Sabes que te encontraras con ellos en unos cuantos días, pero parece que no te acuerdas. ¿Da un poco de nostalgia, no? A mi si. Voy en el auto mirando huecamente el cielo a través de los cristales, recordando lo acaecido durante el día, trayendo a la memoria los buenos y malos momentos que pasaste, o simplemente sumido en un abismal aburrimiento. Llego a mi casa y no quiero ni imaginar la larga lista de actividades que tengo que realizar los días siguientes. Pronto llegara el lunes y con él el inicio de una nueva semana laboral, el mismo lío y tediosa rutina de siempre. Gracias a Dios que son vacaciones, sino estuviera al borde de la locura con las tareas escolares que dejaron hacer [y que como siempre no hice a tiempo…jajá]. ¿Qué pasa? ¿Quieres preguntar algo? [La desventaja de no escribir solo] ¿Qué dices? ¿Qué si me siguen disgustando tanto los domingos en la noche? Aaa... Pues, la verdad, ya NO, hasta se podría decir que me agradan ¿quieres saber por qué? Hace poco descubrí algo, fue que se puede aprovechar muy bien este tiempo, es más, se ha convertido en un lapso muy preciado para mi, un momento de enorme valor. En un estado de inanidad, reposando sobre tu cama, concentrando todos tus sentidos en el objetivo. David [si el rey] también lo hacía, claro, un poco más temprano que Yo, pero lo hacía. Él lo tenía en su horario vespertino, no se acostaba tan tarde, desdichadamente, Yo sí; soy más noctámbulo, tal vez por culpa de la tecnología pero lo soy, es por eso que mi oración es nocturna y mi meditación también. Pero entonces ¿en qué aprovechas el tiempo? Que ¿no te diste cuenta? lo dije hace rato, está bien, no tanto pero lo leíste. Es sencillo, nada complejo, cualquiera lo hace, todos pueden meditar; si eso es, meditar. Miren lo que escrib9io David, hace poco lo leí y no pude evitar pensar en hacer unas cuantas líneas acerca de eso. Ahí les va: “temblad y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama y callad” [salmo 4.4]. Ahora la pregunta que nace es ¿en que meditar? No se, en tu chica, en la vigésima sexta choteada que te dieron, en la muchacha que te embeleso la mirada, en los mensajes de texto con frases tiernas que te mandaron, en la goleada que le metieron a tu equipo favorito. Hay muchas cosas en las que meditar, aunque lo anterior no me convence para nada; particularmente prefiero hacer un recuento, un balanceo de las cosas buenas y malas que hice en el transcurso de la semana: los favores que hice, los que deje de hacer, las personas que sin darme cuenta terminaron heridas por mi culpa; los errores los aciertos, las cosas que no debí decir, las palabras que calle cuando eran necesarias, el no dar un buen ejemplo, el conformarme a las acciones malas que otros hacen, un contagio con lo desagradable, fallas en el dominio propio, lo mal que me porte con algunos hermanos, las casas buenas que deje de hacer por anhelar una comodidad intrascendente… las veces que peque. Una pequeña introspección, un momento para analizarme integridad, echarle un vistazo a mi interior, un tiempo para reconocer que le falle a algunas personas y sobre todo que le falle a Dios, un espacio para meditar y confesar a Dios un pecado, bueno, algunos pecados, está bien, ¡muchos!, muchos pecados; implorar la misericordia de Dios, decir: Señor, ¡sí!, comprendo que no me sale nada bien si es que tu no estás a mi lado, se que no puedo hacer nada gratificador si no tengo tu aliento en mi ser, todo es vano ¡todo! Si no existe tu aprobación, mis esfuerzos son inútiles cuando no pido tu dirección, todo es nebuloso cuando no estoy a tu lado, mi instinto sale a relucir en su lado más sombrío si dejo de respirar de tu aire…perdón Dios… perdón, ayúdame ase mejor.

Es por eso que me gusta tanto este tiempo, un trance para arreglar cosas con Dios, para entender que nada se puede hacer sin EL, para darle un verdadero sentido al “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, para tratar de renovar tus fuerzas y salir a dar lo mejor de ti durante la semana. Ahora si, después de todo eso, una esponjosa almohada te espera, una flácida cama quiere confortarte… ahh pero eso si no pegues los ojos sin antes no decir lo siguiente, mama me lo hacía repetir desde niño y aun lo sigo haciendo, hermosas palabras… “En paz me acostaré, y asimismo dormiré;Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” [salmo 4. 8]